viernes, 18 de septiembre de 2009

Impresiones III

“HAY UN ANGEL PARA CADA UNO”


Yo soy regio, así me siento, aprendí a danzar cuando era niño, mi madre siempre me insistía en que debía ser el mejor, por eso cuando en la escuela se dio la oportunidad de entrar a danza, ni lo pensé dos veces, estaba allí danzando, feliz, pleno, regio.

Mis padres se habían separado cuando yo tenía 8 años, posiblemente tuvieron sus razones, pero para mi no eran suficientes. Fue mi gran pena, me llevaron al psicólogo y por años estuve en tratamiento, para hacerme entender que los adultos cuando no se entienden deben separarse y que nosotros debemos entenderlos, ellos se equivocan y pagamos el pato nosotros, con ocho años yo si debía ser comprensivo pues ellos siempre toman las mejores decisiones…

Esto de la danza había nacido conmigo, siempre bailaba, desde niño los mejores recuerdos eran de cuando estaba en un escenario o cuando era el centro de atención de mi familia y amigos porque bailaba, ahora lo podía hacer de manera para mi, profesional, no importaba que se hablará de mi, no estaba ni ahí, esto era mi vida.

Sólo debo decir que mi mamá nunca me fue a ver actuar, nunca lo he entendido, tanta exigencia y para mis presentaciones nunca estuvo ahí, para mi era tan importante, esperaba hasta el momento antes de entrar al escenario que apareciera en el público para verla después aplaudiendo emocionada por el esfuerzo que también era de ella, me decía que debía ser el mejor, pero mis ojos se cansaban de buscarla, nunca llegaba…. Aunque ha pasado el tiempo, no la perdono, no la entiendo, me quedo con la imagen del vació en el público o con el rostro emocionado que terminé inventándole…

Ahora, soy adolescente, dicen que soy chico pero tengo las cosas claras, soy bisexual y ya he experimentado el besar a niños y niñas, esta es mi opción, pero cuando quiera elegir para el resto de mi vida será con una mujer para tener hijos. Mi mamá lo sabe, esto que ando con niñas y niños, ella lo acepta, pero importante: me dice que me cuide, ya se lo que es tener relaciones con una mujer, ahora falta con un hombre, pero todo está bien, mi familia me apoya, mi familia me entiende…

Yo sé que un ángel debe andar danzando conmigo.

¿Dónde están los ángeles?


IMPRESIONES I

“ANGEL DE LA GUARDA”

Llegó con su hijo recién nacido en los brazos, acunándolo con ternura, buscándole un ángel. Caía la tarde, una tarde fría de otoño. Como siempre aquí estaba yo quedándome hasta tarde gastando los minutos para no tener que irme a la casa. Antes éramos los dos quienes nos quedábamos, tragándonos la soledad, haciendo planes. Estos lugares acogieron nuestros sueños por tanto tiempo.

Ahí estabas tú, yo no quería mirarte, actuaba como que no estabas, actuando como si el bultito que se divisaba en tus brazos era de mentira, sentí miedo, casi pánico, golpeaba cada vez más fuerte la pelota, en ese rebote intentaba saciar mi ansiedad, será la sensación entre el deber hacer y el querer hacer.

Sentí que la había querido mucho, con ese apego producto del desapego de otros cariños que quisiéramos haber tenido siempre, pero alguien dice que “al que le toca le toca”, a mi no me había tocado hasta que llegó ella, llenando mi tiempo, dándome su amor. Cuántas veces jugamos, a que en su vientre había un hijo fruto del amor, sin embargo, ese sueño se volvió una pesadilla, se había despertado de golpe de la magia, el juego se volvió una verdad que no quería asumir.

Y ahí estaba ella, frágil, sosteniendo en sus brazos a otro más frágil…

Dije que no, que no quería conocerlo, muchos la rodeaban, puedo leer en los labios lo que le dicen, … hasta que la vi alejarse… nuevamente la desilusionaba, le daba una bofeteada en la distancia, le decía adiós a ella y a su hijo, a mi hijo, la vi alejarse, frágil. Hacía, incomprensiblemente, lo que a mi me hicieron.

En el fondo de mi corazón alojé la secreta esperanza que él nunca perdiera su ángel… que siempre, a diferencia de nosotros sus padres, nunca perdiera su Ángel de la Guarda… y secretamente recé lo que mi abuela me enseñó, mientras mi madre salía de noche, “ángel de la guarda, dulce compañía no la desampares ni de noche ni de día”.

La tarde cayó de golpe.